domingo, abril 18, 2010

Capítulo I: Los sueños de Moncho entre lo fantástico y real

Por Fidel Ríos Gonzáles

Dormir es un elixir mágico, llevadero con lo irreal y austero y colosal, intolerable al despertar. Días enteros pienso qué divide a muchos y une a otros, asusta o encanta, mata o libera, quema o empapa; los sueños o pesadillas resolverán. Lo comparto, así como una gaseosa negra a una bebida llamada Coca Cola. Aún inimitable, lejana distinción.

Una pesadilla resulta cruel, eterna e insólita. Gracia desproporcionada a niños por un juguete ajeno, jóvenes temerosos al amor y adultos frenéticos por oponerse. Se suda, se besa, se abraza. Incluso, cuando disfrutaba del dolor, de aquél pesar insubordinado a sus actos, despertó tal cual uno imagina ser millonario o cruzar siquiera la frontera de Tijuana. La del tío Sam.

Moncho despertó dentro de su pesadilla, insomne de sueños cálidos. Se encontraba en la punta de un desfiladero gigantesco. Negro rosario de suicidios por resolver, sin causa. A sus 26 años la vida tiene sentido, pero no para él. Un menjunje de problemas acorazaba sus miedos. Los carcomía en efervescentes ruidos nerviosos.

Y hasta con miedos se vive, se lucha, se sobrelleva. En la vida no somos iguales, dirán. Moncho no era el reflejo de un muchacho problema. El destino, lamentablemente y contra sus deseos, jugo en función a su vida. Lo aplacó.

-- ¿Por qué nací aquí, si escaseo de oportunidades? --preguntó desconsolado. El silencio agotaba sus sentidos despistando al alba. Ni se asomaba la sombra de luz.

Como todo sucedió muy temprano, apenas el reloj marcaba la 1:30 am., pegó los ojos. Parecía muerto, y es que tenía el sueño pesado. Ahí mismo su inercia y su pobre postura, incurvado cual bebe en cuna, lo descubrió al frio de otoño. Horas antes terminaba la temporada de verano.

-- No puedo despertarme -lucia ya cansado-, maldición que alguien me ayude (…) Idiota, estoy solo --suplicaba y refunfuñaba consigo mismo. La pena no lo dejaba despertar. Ironías de la vida, el egocentrismo trabajo en demasía al menospreciar a los demás. Llegando a mirar al resto por encima, sin necesidad de subir al Cerro San Cristóbal.

Ya reza el dicho salsero, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida… algunas desafortunadas otras insospechadas. Unas veces necesitarás de una mano vinculante (amiga) al éxito, pues este no viene sólo, salvo que tengas padrino o la ahijada te haga piropos, esos de besos lejanos, austeros, sin mucho efecto para no despertar sospecha.

… tras la mañana anterior

Reflexionaba sobre el mal escenario dónde yacía cada día: una silla plegable, vieja, acolchonada con retazos de cartón también viejos, pero él feliz… Había concluido la carrera de Comunicaciones en una infausta universidad, con bríos de superación al son de altas mensualidades por ciclo o un decano serio, patrón del figuretismo colectivo. Al caballero sin corona, lo adulaban profesores, operarios de limpieza y uno que otro aventurado. El fragor es así, sublime, contagiado tal y como los feligreses profesan una reverencia a cambio de una limpia cristiana.

-- Si mi motivo es trabajar, comprar mis propias cosas o de por sí, costear en parte los gastos en casa de mis padres. No lo entiendo señor –aclamaba triste en su magra pesadilla. Observaba el cielo, austero en estrellas pero con sensaciones infinitas.

¿Qué ocurrió?

En 2008 encontró un quehacer (cómo solía llamar al trabajo). Ambicionado por muchos y odiado, posteriormente, por él. Ocho meses tuvo al soportar sucios proyectos del extranjero, desestabilizadores de un Estado democrático que, de por sí, ya caminaba entre penumbras. En el inframundo de las pesadillas todo pinta. Mucho más los monigotes de saco y corbata.

...

Aunque tal experiencia laboral careció de propuestas e ideales para Moncho, el buen sueldo combinada perfecto las cortas horas frente a un escritorio, con adustos rostros en torno a su desempeño. Los celos, la afinidad y la importancia de algunos, era el ejercicio de risas maquiavélicas y habladurías para otros.

Con el tiempo se desahució en vida, al no hallar la razón de la pena. Así llegó a pasar noches enteras llorando entre sangre, sudor y lágrimas (Buena Churchill). Sangre en las manos, culpa de una pera de boxeo o sin mentir, una pared blanca con huellas de nudillos desabrigados sin protección alguna. El sudor venía luego acompañado del cansancio… los desánimos al no conseguir despertar.

Pasadas las horas…

Ya el tic tac parecía maratón de New York. Las 7:05 am. no tardaría en frenar su transitorio viaje en lo desconocido. Hasta que llegó. Tres moscas sobrevolaban su cuerpo, estacionándose incluso sobre su ombligo. Moncho había tenido, dos noches antes, una placentera reconciliación con el sexo (el cual será contado en otro post) junto a una fémina delgada, un poco soberbia y tarrajeada por la naturaleza de su base tres. Le gustaba los juegos picaros, aunque no durada ni media hora en movimiento horizontal.

-- Mosca de mierda, te voy a sacar la chucha-tu-mare --escupió al aterrizaje dado por el minúsculo animal volador. -- Mañana traigo el matamoscas de la cocina y listo --ladró al instante que bostezó cual león enjaulado en temporada de fiestas patrias.

-- Que pesadilla tuve -no recordaba-. ¡Carajo estoy empapado!, ni esa hembra me dejo así, tela. Caray, soy gallo, pero de los bravos --inquirió en voz baja, suelto en risas y recordando lentamente la agitada aventura de su sueño.

Concepto de legislador: Bruto espécimen instalado en el Poder Legislativo gracias al voto popular. Sin estudios superiores, mordáz y camaleónico. Empírico por excelencia. Representa a uno de los tres poderes del Estado.

El video revela lo agitada de mi vida, a veces perpleja, casi siempre aburrida. Lo resalto pues refleja el sentir profundo de un desempleado periodista, que pese a no encontrar trabajo ni saber cómo viajar a EEUU., busca la ansiada posibilidad de volver a ver a su adorada madre. Mientras tanto, se refugia en el amor y reflexiona sobre sus 26 años de vida... esta historia continuará.


No hay comentarios.: