lunes, noviembre 09, 2009

¿Barra brava o acomplejados de la sociedad?

Paola, victima de la ignorancia

Por: Fidel Ríos G.

Sucesos penosos, con dolo y premeditación, se encuentran en las calles de Lima. Penosos sucesos se repiten como las guerrillas en Colombia, las Farc o grupos opositores a una consolidada república democrática. Sin ir muy lejos, el Perú se encarga de manifestar toda esta conjunción a una analogía simple: vaga (escasos proyectos de ley) y real (familias disfuncionales, cero apoyo del Estado y equis oportunidades laborales).

De muertes, asesinatos sin resolver, violaciones o robos a la vuelta de la esquina, lo sucedido con la contadora Paola Vargas Ortiz (24) no desbarata tales argumentos. Ella fue victima de la ignorancia echa hombre, de una turba de desadaptados al que los une preservar el ícono desmérito de machos dominantes, el Aquíles cholo o el batutero del penal de Lurigancho.

Día, 24 de octubre. Lugar, ovalo de la universidad de Lima. Motivo, encuentro entre las escuadras de Universitario de Deportes y Melgar de Arequipa. Con este escenario, los barra brava o vándalos del lampa, arrojados por el fanatismo inexplicable en conjunto, el mismo que los impulsa a pensar, sentir y amar, hicieron de una couster que se dirigía al coloso de Ate, su prisión. Allí, en el vehículo infestado de pìrañas, iba Paola y sus ilusiones.

El Perú, como fiel reflejo de Colombia, Brasil y Argentina en violencia, va siguiendo ese ritmo sangriento. Dichos países consignan la mayor estirpe de lacra social, hablando de pandillas, avezados secuestradores o sicarios contratados, descartando a los gauchos que lideran las barras bravas en América Latina de la mano con el país de la zamba. Una especie de ciclo o retroalimentación del mal. Vómitos humanos o desperdícios sociales, etc.

Tal es así que, al verse envueltos en un conato de bronca dentro del vehículo de servicio público, Paola sabía lo que una persona común y silvestre en inferior igualdad de condiciones haría. Intentar bajar de la exacerbada tribu, quizá con golpes y vejaciones, pero al menos salir. Sin embargo, los barristas, quienes prefieren andar en grupo que solos, comenzaron la riña a consecuencia de unos `benditos´ boletos gratuitos a repartirse.

¡Malditas ordas! Estos tuvieron como antítesis final la muerte de la contadora por un cuadro de traumatismo encéfalo craneano provocado por el fuerte impacto contra el pavimento. La lanzaron, según fuentes policiales, cuando el couster estaba en marcha.

Por otro lado, hay quienes aseguran que no se dejo robar y otros, sociólogos y psicólogos, aducen que un factor determinante es la dominación y el exceso de complejos hacia una mujer. Lo cierto es que murió desolada y vulnerable por los barra brava.

Ahora queda preguntarnos si el Estado o nuestro triste parlamento promoverá las acciones legales correspondientes, ejecutará medidas drásticas o simplemente se hará de la vista gorda. Con perdigonazos, como lo recomendara el presidente Alan García, no demandaríamos un cambio, al contrario, un levantamiento mucho peor. Mejor, enfoquémonos en los niños y empecemos a educar.

No hay comentarios.: