viernes, setiembre 07, 2007

Vida a la investigación

Crónica: Cuando la sangre llama al pasado

Por: Fidel Ríos G.

Incluso, llega a interesarse por sus ancestros en el Perú, sintiendo ese deseo de saber más de su sangre, así como de saber cuál fue el móvil laboral que convirtió la primera colonia china en un lugar excéntrico y comercial.

Era una mañana de abril cuando se dio cuenta que era distinta al resto de sus compañeras, en el transcurrir de los días se preguntaba: ¿Por qué tengo los ojos medios cerrados, a diferencia de las demás?, al saber que era distinta, se convirtió en una niña introvertida sin ganas de salir a la calle y jugar con sus amigas.

La marginación siempre estuvo presente

Tanta era su frustración que a sus cortos 12 años tuvo que alejarse de muchas cosas que ella quería, sus amigas, etc. Se acordaba a cada instante lo que sus compañeras de juego le decían: ¿oye ojo jalado¿, o ¿estamos completas cara de plato¿; los insultos incesantes se convertían en su pan de cada día.

Después de sentirse avasallada por las malas intenciones de su entorno, decide investigar su pasado -habiendo transcurrido veinte años de su vida-, no escatimó con investigar sino también de propiciar estudios sobre su descendencia en la gran Lima. En búsqueda del origen, pasó días y noches tratando de hallar personas que tengan algún ápice sobre la primera llegada de sus ancestros a la capital.

Tratando de informarse a toda costa, un vendedor del lugar le vende un libro donde se subraya que la primera estirpe China en el Perú se dio en el Callao. En aquel mar porteño desembarcaron sus antepasados hace más de 150 años, decía el viejo ejemplar, por lo que decide ir hasta allá a buscar más pistas.

Muestras de desánimo y repuestas negativas sobre su origen no se hicieron esperar. Pese a tamaña incomprensión por parte de los pobladores del parque Miguel Grau (Callao), ese donde se habían acopiado por primera vez 75 inmigrantes chinos, se entusiasma y se motiva con seguir investigando los primeros brotes de su advenimiento en el Perú, conociendo más tarde la primera labor que desempeñaban los antiguos chinos: la agricultura.

Los chifas cambiaron la historia

Tras visitas interminables al Barrio Chino, conoce una de las principales fuentes de sustento en tal colonia: los restaurantes, ¿que consiste en la fusión de ingredientes chinos con mixturas criollas de nuestro litoral¿, según cuenta la señora Dieko, que posteriormente llevaría el nombre de Chifa.

Actualmente cuenta con más de dos millones de ciudadanos y descendientes asiáticos, ubicados en el Jirón Ucayáli y en sus esquinas con los jirones Paruro y Andahuaylas, entre otros, y si de chifas se hablará, el número se acrecentaría al cuadrado, sin contar otros comercios.

El Barrio Chino aparte de ser un punto donde se comercializa abundante gastronomía, es el paraje idóneo para el coloquio entre las personas, existiendo salones de juego, bancos, bodegas, licorerías, hasta un templo chino. Sin olvidar el eje central que tiene un ideograma de la doble felicidad y los doce animales del ciclo lunar en el jirón.

Ahora sus pasos no pasan desapercibidos a las inscripciones que las baldosas de ese lugar describen: acontecimientos, nacimientos, celebraciones, graduaciones, inscripciones de nombres y agradecimientos a personas conocidas en el lugar; tal vez el saber que, en su próxima visita observará en uno de esos centenares de lozas el nombre de su madre o un antepasado, sonríe y despeja sus dudas sobre su procedencia.

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